Hoy desperté pensando en como nos manejan nuestras emociones, nuestros impulsos, nuestros humores, y todo tipo de sentimientos que en muchos casos nos convierte en prisioneros de los mismos.
Cuantas veces queremos evitar ponernos agresivos, pero nos enganchamos mal en contiendas inútiles que solo nos lleva a agredir y a agredirnos.
Nuestra conciencia nos juega malas pasadas y no somos capaces de detenernos...
Hoy con tanta energia planetaria circulando por nuestro universo, nos sentimos vulnerables y no sabemos como manejarnos.
Es momento propicio para comenzar a vernos muy dentro nuestro, a hurgar en nuestras emociones y lograr manejar nuestros impulsos.
Ya sea: inspirando por la nariz lentamente, manteniendo unos pocos segundos esa inspiracion y soltar el aire muy lentamente pero mucho mas del tiempo de nuestra inspiracion, hasta soltar todo el aire contenido. Este ritual lo podemos implementar tantas veces como nos sea necesario para apagar esa furia que nos produce alguna situacion y poco a poco nos daremos cuenta que nos estamos liberando de cargas negativos, encontrando nuestra paz interior.
Otro de los canales para calmar nuestra furia interna es meditando, pero quizás no te encuentres preparado para ese camino, por ello la respiración es nuestra aliada.
Este momento es ideal para lograr todo lo que nos propongamos, es un momento de cambios radicales, de dejar atrás viejas estructuras y comenzar a buscar nuevos caminos que nos ayuden a ser mejores y evolucionando día a día.
La vida nos esta encaminando a lograr esos cambios para poder sentirnos,
ser y vivir siendo mejores personas. A evolucionar e implementar nuevos camino...
Esta reflexión de hoy me trajo a la memoria un cuento que mis padres me relataban de niña y que hoy quiero compartir con ustedes.
La bolsa de clavos!!!
Esta es la historia de un joven de un caracter particularmente violento.
Su padre un día le dio una bolsa de clavos y le dijo que clavara un clavo detrás de la puerta cada vez que perdiera la paciencia.
El primer dia llegó a clavar 37 clavos detrás de la puerta.
Las semanas siguieron a medida que él aprendia a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.
Descubrió que era más fácil controlar su ira que clavar clavos.
Llegó el día que pudo controlar su caracter durante todo el día.
Después de informar a su padre los logros, este le sugirió que retirara un clavo por cada día que controlara su caracter y demostrara paciencia.
Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.
El padre lo tomo de la mano y lo llevó hasta la puerta.
Le dijo: has trabajado mucho hijo mio, pero mira todos esos hoyos y magulladuras que hay en la puerta, esta ya no volverá nunca más a ser la misma.
Cada vez que pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente igual que las que ves aquí. Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo que se lo digas lo devastara, y la cicatriz perdurará por siempre.
Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.
Los amigos son joyas preciosas, nos hacen reír, nos animan a seguir adelante, nos escuchan con atención y siempre estan dispuestos a abrirnos su corazón y demostrar su empatía para lo bueno y para lo malo...
Este cuento nos lleva a reflexionar y a evitar producur GRIETAS EN EL CORAZÓN nunca más, sin antes medir las consecuencias...
Cariños Amelie!!!
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